Esto es algo que quita el sueño a los analistas de seguridad: los ataques a satélites en nuestra era actual se están volviendo cada vez más sofisticados. ¿La parte aterradora? Podríamos no verlos venir hasta que sea demasiado tarde. Aún peor, los mecanismos de defensa convencionales tienen dificultades para contrarrestar estas amenazas de manera eficaz. A medida que nuestra infraestructura global—desde los sistemas financieros hasta las redes de comunicación—depende cada vez más de los satélites, esta vulnerabilidad merece una atención seria. El desafío no es solo técnico; se trata de anticipar amenazas que no siguen los patrones tradicionales de la guerra.