Hay un economista del que todo el mundo en Silicon Valley no para de hablar. Su ansia por entender los sistemas, los mercados y el comportamiento humano le convirtió en una leyenda entre los círculos tecnológicos. Pero hay una pregunta que sigue surgiendo en las conversaciones: ¿importa todavía ese apetito insaciable por el conocimiento cuando la IA puede procesar información más rápido que cualquier mente humana?
Estamos viviendo un momento extraño. Los modelos de aprendizaje automático devoran conjuntos de datos que a los economistas les llevaría toda una vida analizar. Detectan patrones invisibles para los métodos de investigación tradicionales. Algunos sostienen que la potencia computacional bruta está reemplazando al pensamiento profundo. Otros creen que la intuición humana y la comprensión contextual no pueden ser replicadas por algoritmos, por muy sofisticados que sean.
La verdadera tensión no es si la IA es poderosa. Evidentemente lo es. La cuestión es si el enfoque tradicional del economista—preguntarse por qué, construir marcos, desafiar suposiciones—queda obsoleto o se vuelve más importante que nunca. Cuando las máquinas optimizan para obtener respuestas, ¿quién es responsable de hacer las preguntas correctas?
Ver originales
Esta página puede contener contenido de terceros, que se proporciona únicamente con fines informativos (sin garantías ni declaraciones) y no debe considerarse como un respaldo por parte de Gate a las opiniones expresadas ni como asesoramiento financiero o profesional. Consulte el Descargo de responsabilidad para obtener más detalles.
11 me gusta
Recompensa
11
6
Republicar
Compartir
Comentar
0/400
StableNomad
· 12-11 01:39
Ngl esto emociona de otra manera. En los días de LUNA pensábamos que la potencia computacional podía predecir *todo* y... bueno. Desde un punto de vista estadístico, procesar más rápido solo significa que ahora puedes estar equivocado con confianza a gran escala. La verdadera relación entre prima/descuento está en tener opiniones y saber *por qué* las tienes. las máquinas detectan patrones, los humanos debemos preguntarnos si esos patrones realmente importan
Ver originalesResponder0
MidnightGenesis
· 12-10 10:06
Los datos en la cadena muestran que la clave del problema no radica en la potencia de cálculo, sino en quién define la función objetivo de optimización. La IA, por muy rápida que sea, solo opera dentro del marco existente, y el marco en sí requiere que las personas lo cuestionen.
Ver originalesResponder0
FarmHopper
· 12-08 06:50
Ja, llevo mucho tiempo pensando en esta cuestión... Por muy rápido que sea la IA, no puede responder al "por qué", solo te dirá "qué es", de verdad.
La IA puede procesar datos muy rápido, pero ¿quién decide qué datos debe procesar...? Ahí está la clave, ¿no?
El pensamiento profundo no se puede subcontratar a las máquinas, si no, todos estaríamos en paro, ¿no?
Ver originalesResponder0
AirdropCollector
· 12-08 06:47
Por muy rápido que sea la IA, alguien tiene que hacer las preguntas correctas, si no es optimización a ciegas... Este tipo seguro que tiene sus razones para hacerse famoso, porque solo tener datos sin un pensamiento estructurado es basura que entra, basura que sale.
Ver originalesResponder0
OffchainWinner
· 12-08 06:37
Nah, la verdad es que, por muy rápida que sea la IA, alguien tiene que decirle qué preguntas hacer, ¿no? Eso es lo realmente importante...
Ver originalesResponder0
EthMaximalist
· 12-08 06:34
Por muy avanzada que sea la IA, solo puede encontrar respuestas, no preguntas... Ahí es donde reside el verdadero valor de los economistas.
Hay un economista del que todo el mundo en Silicon Valley no para de hablar. Su ansia por entender los sistemas, los mercados y el comportamiento humano le convirtió en una leyenda entre los círculos tecnológicos. Pero hay una pregunta que sigue surgiendo en las conversaciones: ¿importa todavía ese apetito insaciable por el conocimiento cuando la IA puede procesar información más rápido que cualquier mente humana?
Estamos viviendo un momento extraño. Los modelos de aprendizaje automático devoran conjuntos de datos que a los economistas les llevaría toda una vida analizar. Detectan patrones invisibles para los métodos de investigación tradicionales. Algunos sostienen que la potencia computacional bruta está reemplazando al pensamiento profundo. Otros creen que la intuición humana y la comprensión contextual no pueden ser replicadas por algoritmos, por muy sofisticados que sean.
La verdadera tensión no es si la IA es poderosa. Evidentemente lo es. La cuestión es si el enfoque tradicional del economista—preguntarse por qué, construir marcos, desafiar suposiciones—queda obsoleto o se vuelve más importante que nunca. Cuando las máquinas optimizan para obtener respuestas, ¿quién es responsable de hacer las preguntas correctas?