Voy a contar algo de locos: las expectativas de recorte de tipos de la Fed están casi aseguradas, y el Bitcoin va y te suelta una caída del 8% como un golpe crítico.
Los datos más recientes son surrealistas: en las plataformas de predicción, los traders han subido la probabilidad de un recorte de 25 puntos básicos en diciembre al 90%, y el 10% restante parece estar esperando un milagro navideño. ¿Y el resultado? El Bitcoin se deslizó directamente hacia el pozo de los 84.000 dólares, con el sentimiento del mercado tan dividido que parecen dos universos paralelos.
Las opiniones están que arden. Musk sigue vendiendo su teoría del "patrón energético", diciendo que la fortaleza del Bitcoin está en que no se puede imprimir a placer, una lógica muy suya; pero el analista Willy Woo ya está echando un jarro de agua fría: sus modelos muestran que la entrada de capital se está desacelerando, insinuando que no hay que esperar que la impresora de dinero suba el precio por sí sola, y que esta subida podría haber tocado techo.
Pero lo más explosivo está en los movimientos de personal. Trump tiene casi decidido poner a Kevin Hassett como sucesor de Powell (que termina su mandato en mayo del año que viene). Este tipo, junto con Trump, ya criticó a la Fed por "ser demasiado lenta bajando tipos", y ahora le tocaría tomar el mando, así que el mercado apuesta a si el giro de política será radical.
Las instituciones tampoco paran. Grayscale ha salido diciendo que el "ciclo de cuatro años" ya no sirve, que ahora mandan los fondos institucionales, que las correcciones a corto plazo son normales y que el año que viene habrá nuevos máximos igualmente; BlackRock mira aún más lejos, obsesionados con esa narrativa de la "tokenización de todo", diciendo que en el futuro todos los activos acabarán en monederos digitales.
La situación ahora es: las probabilidades de recorte de tipos disparadas, el precio del Bitcoin cayendo en contra, los grandes enfrentados en sus opiniones, la Fed a punto de cambiar a un presidente "de la era Trump", y las instituciones debatiendo si el viejo patrón ha muerto mientras se posicionan para la próxima era.
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Voy a contar algo de locos: las expectativas de recorte de tipos de la Fed están casi aseguradas, y el Bitcoin va y te suelta una caída del 8% como un golpe crítico.
Los datos más recientes son surrealistas: en las plataformas de predicción, los traders han subido la probabilidad de un recorte de 25 puntos básicos en diciembre al 90%, y el 10% restante parece estar esperando un milagro navideño. ¿Y el resultado? El Bitcoin se deslizó directamente hacia el pozo de los 84.000 dólares, con el sentimiento del mercado tan dividido que parecen dos universos paralelos.
Las opiniones están que arden. Musk sigue vendiendo su teoría del "patrón energético", diciendo que la fortaleza del Bitcoin está en que no se puede imprimir a placer, una lógica muy suya; pero el analista Willy Woo ya está echando un jarro de agua fría: sus modelos muestran que la entrada de capital se está desacelerando, insinuando que no hay que esperar que la impresora de dinero suba el precio por sí sola, y que esta subida podría haber tocado techo.
Pero lo más explosivo está en los movimientos de personal. Trump tiene casi decidido poner a Kevin Hassett como sucesor de Powell (que termina su mandato en mayo del año que viene). Este tipo, junto con Trump, ya criticó a la Fed por "ser demasiado lenta bajando tipos", y ahora le tocaría tomar el mando, así que el mercado apuesta a si el giro de política será radical.
Las instituciones tampoco paran. Grayscale ha salido diciendo que el "ciclo de cuatro años" ya no sirve, que ahora mandan los fondos institucionales, que las correcciones a corto plazo son normales y que el año que viene habrá nuevos máximos igualmente; BlackRock mira aún más lejos, obsesionados con esa narrativa de la "tokenización de todo", diciendo que en el futuro todos los activos acabarán en monederos digitales.
La situación ahora es: las probabilidades de recorte de tipos disparadas, el precio del Bitcoin cayendo en contra, los grandes enfrentados en sus opiniones, la Fed a punto de cambiar a un presidente "de la era Trump", y las instituciones debatiendo si el viejo patrón ha muerto mientras se posicionan para la próxima era.
Esto no ha hecho más que empezar; agarraos bien.