Por fin he salido de ese brutal mercado bajista, y sinceramente, parezco como si hubiera pasado por una zona de guerra. El pelo hecho un desastre, los ojos con esa mirada perdida, la cartera ha pasado por el infierno y ha vuelto. Pero oye, sigo en pie. Sigo aquí.

Esa sensación cuando has visto tus inversiones sangrar durante meses, has sobrevivido a las olas de FUD, esquivado a los que venden por pánico y, de alguna manera, has llegado al otro lado. Marcado por la batalla, pero no derrotado. Cada superviviente de un criptoinvierno conoce perfectamente esta vibra: esa mezcla de agotamiento y orgullo terco.

No hemos llegado hasta aquí para rendirnos ahora. Los auténticos lo saben.