
La opinión principal actual sostiene que la amenaza de la Computación cuántica para Bitcoin sigue siendo a nivel teórico. Las computadoras cuánticas existentes aún son insuficientes para romper los algoritmos criptográficos utilizados por Bitcoin, pero la tendencia tecnológica no puede ser ignorada.
Esta es también la razón por la que la comunidad de Bitcoin tiende a prepararse con antelación, en lugar de responder de manera pasiva cuando surgen los riesgos.
La criptografía post-cuántica no se trata de derrocar a Bitcoin, sino de proporcionar nuevas opciones de seguridad para él. Al introducir algoritmos de firma resistentes a la computación cuántica, Bitcoin puede evitar riesgos sistémicos en el futuro causados por saltos en el poder computacional.
Esta actualización es más como un “refuerzo del sistema” que como un “reinicio del sistema.”
La filosofía de diseño de Bitcoin enfatiza la robustez y el conservadurismo. Incluso cuando se confirman las amenazas cuánticas, es más probable que la comunidad opte por actualizaciones incrementales en lugar de reformas radicales.
Esta es exactamente la razón por la que muchos desarrolladores creen que la migración es "factible", pero no hay necesidad de apresurarse para completarla a corto plazo.
Una expectativa de tiempo de 5 a 10 años tiene en cuenta la velocidad de desarrollo de la Computación cuántica y refleja la realidad de la estructura de gobernanza de Bitcoin.
Durante este período, se pueden llevar a cabo de manera ordenada pruebas de protocolo, actualizaciones de billetera, migración de usuarios y colaboración ecológica, evitando así impactos en la estabilidad de la red.
Desde una perspectiva a largo plazo, la Computación cuántica es más probable que impulse la evolución de la tecnología Bitcoin en lugar de socavar su propuesta de valor. La mejora continua de la seguridad ayudará, en cambio, a consolidar la posición a largo plazo de Bitcoin como un activo digital.
La migración de Bitcoin a la era post-cuántica es un proceso que requiere paciencia y consenso. 5 a 10 años no significa que los riesgos sean inminentes, sino que permite un tiempo de preparación amplio para el ecosistema.
Para el mercado, esto es más como una evolución a largo plazo en lugar de una crisis repentina.








