Recientemente, un alto diplomático lanzó una pregunta bastante incisiva: ¿Está Europa realmente construyendo una economía vibrante y en movimiento? ¿O se ha convertido básicamente en ese encantador destino al que los estadounidenses vuelan de vacaciones, prueban vinos exquisitos, se hacen con quesos artesanales y disfrutan de cervezas artesanas antes de regresar a casa?

Es una opinión directa, pero va al corazón de un debate real. Aunque Europa tiene una riqueza cultural y una calidad de vida innegables, siguen surgiendo preguntas sobre la velocidad de la innovación, la competitividad tecnológica y el dinamismo económico. Especialmente cuando se compara con economías que están impulsando de manera agresiva la infraestructura digital, la adopción de blockchain y la evolución fintech.

Vale la pena pensar dónde se está generando realmente el impulso económico en estos días.