¿De qué sirve pedir disculpas? Entonces, ¿para qué queremos reglas?

Lo más surrealista de este mundillo es precisamente eso: los que hacen trampas son los que mejor viven. Maquillan los datos, inventan historias y siguen esquilando a los incautos una y otra vez. ¿Límites? Hace tiempo que los han pisoteado.

Hay un dicho muy cierto: si ves una cucaracha, es que ya hay un nido en la esquina. Si descubres que un proyecto hace trampas, probablemente detrás haya toda una cadena industrial.

Vi una vez un debate en el que decían que la ley está para servir a las personas, no son solo artículos fríos. Pero el problema es que nuestra intuición moral suele ser manipulada por la información. La justicia que crees ver, puede estar construida sobre un montón de bulos.

Por eso, lo que más falta en este mercado no son trending topics, sino la verdad. La rabia de cada uno no se puede fingir, pero ¿puede esa rabia lograr un cambio? Eso ya es otra historia.