Washington acaba de lanzar un desafío tras el último movimiento de Bruselas contra una importante plataforma social. La administración actual responde con fuerza después de que los reguladores de la UE impusieran sanciones a la empresa de Musk, calificándolo como poco menos que un ataque coordinado contra todo el ecosistema tecnológico estadounidense.

Esto ya no se trata solo de una empresa. Los funcionarios lo presentan como una guerra económica disfrazada de aplicación de la normativa. ¿El momento? Sospechoso. ¿Las implicaciones? Enormes para la forma en que las plataformas digitales navegarán las jurisdicciones internacionales en el futuro.

A medida que la descentralización gana terreno, estos enfrentamientos entre reguladores soberanos y gigantes tecnológicos sin fronteras siguen intensificándose. Hace que uno se pregunte si los marcos regulatorios tradicionales podrán siquiera manejar lo que se avecina en Web3.