En el invierno de 2016, metí en el mercado los 50.000 yuanes que había ahorrado durante más de medio año. Solo tenía una idea en la cabeza: duplicar el dinero en tres meses y cambiar de ordenador no sería un sueño. En aquel entonces, los principales activos apenas estaban en poco más de 4.000 puntos, y yo seguía a los “profesores” de varios grupos, persiguiendo subidas por todas partes: hoy compraba lo que subía, mañana cambiaba a lo que se calentaba. Siempre sentía que la próxima leyenda de hacer fortuna me tocaría a mí.

¿El resultado?

No llegué ni a Año Nuevo, y mi cuenta pasó directamente de 50.000 a 25.000. Ahora que lo pienso, yo no estaba “invirtiendo”, claramente estaba dándoles la paga de Navidad a los viejos especuladores.

Primavera de 2018, en el tren de alta velocidad. Me quedé mirando durante media hora el número de pérdidas en mi móvil, tanto que ni me di cuenta cuando la señora de al lado me ofreció una mandarina. En ese momento lo comprendí de golpe: si tienes poco capital y quieres sobrevivir en este mercado, no se trata de “ser rápido, preciso y agresivo para cazar tendencias”, sino de “tener paciencia para esperar la oportunidad”.

**Reconocimiento clave: operar 2-3 veces al año es más útil que mirar el mercado todos los días**

El error favorito de los novatos—pensar que siempre hay oportunidad en el mercado, estar pegado a la pantalla las 24 horas, deslizando el dedo más que viendo vídeos. Pero la lección que aprendí con siete años de lágrimas es: las verdaderas grandes oportunidades que se pueden aprovechar solo ocurren una o dos veces al año. Es como comprar billetes de tren en temporada alta: es mil veces mejor actuar cuando lo tienes claro que lanzarse a lo loco.

Ahora me he impuesto una regla de hierro: no abriré más de tres posiciones activamente en todo el año. El resto del tiempo, o bien me mantengo al margen observando, o bien estudio la lógica del mercado. Aproveché la subida de abril de 2019 de 3.000 a 6.000 puntos, y también cacé el suelo en la caída de marzo de 2020...