¿Te lo puedes imaginar? Hay niños que, al nacer, ya tienen 1.000 dólares en su cuenta bancaria, además de estar vinculados a un fondo índice del mercado estadounidense.
Esto ha sucedido de verdad. A principios de diciembre del año pasado, la Casa Blanca lanzó un programa llamado “Cuenta Trump”: se abre una cuenta de inversión para los niños estadounidenses menores de 18 años, y los nacidos entre 2025 y 2028 recibirán directamente 1.000 dólares iniciales entregados por el Tesoro. Más impresionante aún, Michael Dell, el fundador de Dell, y su esposa aportaron directamente 6.250 millones de dólares para ayudar a 25 millones de niños estadounidenses a abrir una cuenta.
Esto no es una política de bienestar social, es claramente una manera de crear “poseedores de activos” a gran escala.
Las reglas de la cuenta están diseñadas con mucha astucia: el dinero va automáticamente a un fondo índice, a los 18 años se puede sacar la mitad para estudios, vivienda o emprendimiento, a los 25 se puede retirar todo pero solo para usos regulados, y a los 30 ya se puede disponer de él libremente. Este mecanismo de bloqueo graba el “largo plazo” en el ADN del sistema.
Aún más interesante es la manera de participar: los padres pueden ingresar hasta 5.000 dólares al año, y el empleador puede añadir otros 250 dólares anuales. El gobierno pone el capital inicial, las familias y las empresas continúan regando la cuenta: un claro modelo de construcción conjunta.
Aquí viene la pregunta: ¿cuánto dinero habrá en la cuenta cuando estos niños tengan 18 años? Suponiendo una rentabilidad anual del 8%, los 1.000 dólares iniciales tras 18 años se convertirían en unos 4.000 dólares. ¿Y si los padres aportan el máximo de 5.000 dólares cada año? Entonces la cifra sería bastante considerable.
Estados Unidos está jugando una partida a largo plazo: vincular a la próxima generación al mercado de capitales desde su nacimiento, enseñarles desde pequeños el poder del interés compuesto y la asignación de activos. Dentro de unas décadas, mirando atrás, su visión sobre la riqueza y sus hábitos de consumo podrían ser completamente diferentes a los de la generación anterior.
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DeFiCaffeinator
· 12-05 18:51
Esta táctica es increíble, Estados Unidos realmente está fomentando la formación de pequeños inversores desde la infancia.
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MetaverseVagrant
· 12-05 18:50
¡Madre mía, ¿Estados Unidos ha empezado a dar acciones a los bebés? Esto sí que es criar una generación de hodlers desde la cuna!
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RektButStillHere
· 12-05 18:44
Este mecanismo de bloqueo es realmente ingenioso, han integrado el interés compuesto directamente en el sistema... Estados Unidos está produciendo capitalistas en masa.
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LayerZeroHero
· 12-05 18:32
Joder, ¿esto no es capitalismo desde la cuna?
Estados Unidos es increíble, les instala el chip del interés compuesto directamente a los niños...
La verdad, si yo hubiera tenido esos 1000 dólares generando dinero desde que nací, ¿no sería ya libre financieramente?
Esto parece como si estuvieran creando una nueva generación de clase inversora...
Qué bestia, el matrimonio Dell invierte 6.250 millones, pero si este negocio sale rentable o no, habrá que ver cómo lo gestionan después.
Apuesto cinco euros a que estos niños, cuando crezcan, tendrán una aceptación altísima del bitcoin.
Madre mía, 8% anualizado durante 18 años, solo con el interés compuesto ya sale un pequeño rico...
Esto es básicamente un plan de formación oficial de familias ricas, mientras los demás aún piensan en cómo ahorrar dinero.
¿Te lo puedes imaginar? Hay niños que, al nacer, ya tienen 1.000 dólares en su cuenta bancaria, además de estar vinculados a un fondo índice del mercado estadounidense.
Esto ha sucedido de verdad. A principios de diciembre del año pasado, la Casa Blanca lanzó un programa llamado “Cuenta Trump”: se abre una cuenta de inversión para los niños estadounidenses menores de 18 años, y los nacidos entre 2025 y 2028 recibirán directamente 1.000 dólares iniciales entregados por el Tesoro. Más impresionante aún, Michael Dell, el fundador de Dell, y su esposa aportaron directamente 6.250 millones de dólares para ayudar a 25 millones de niños estadounidenses a abrir una cuenta.
Esto no es una política de bienestar social, es claramente una manera de crear “poseedores de activos” a gran escala.
Las reglas de la cuenta están diseñadas con mucha astucia: el dinero va automáticamente a un fondo índice, a los 18 años se puede sacar la mitad para estudios, vivienda o emprendimiento, a los 25 se puede retirar todo pero solo para usos regulados, y a los 30 ya se puede disponer de él libremente. Este mecanismo de bloqueo graba el “largo plazo” en el ADN del sistema.
Aún más interesante es la manera de participar: los padres pueden ingresar hasta 5.000 dólares al año, y el empleador puede añadir otros 250 dólares anuales. El gobierno pone el capital inicial, las familias y las empresas continúan regando la cuenta: un claro modelo de construcción conjunta.
Aquí viene la pregunta: ¿cuánto dinero habrá en la cuenta cuando estos niños tengan 18 años? Suponiendo una rentabilidad anual del 8%, los 1.000 dólares iniciales tras 18 años se convertirían en unos 4.000 dólares. ¿Y si los padres aportan el máximo de 5.000 dólares cada año? Entonces la cifra sería bastante considerable.
Estados Unidos está jugando una partida a largo plazo: vincular a la próxima generación al mercado de capitales desde su nacimiento, enseñarles desde pequeños el poder del interés compuesto y la asignación de activos. Dentro de unas décadas, mirando atrás, su visión sobre la riqueza y sus hábitos de consumo podrían ser completamente diferentes a los de la generación anterior.