A los que van en corto siempre les gusta intentar adivinar el techo, y no paran de señalar hacia arriba con el dedo, intentando atrapar ese punto más alto. ¿Pero sabes qué? Nunca lo consiguen.

Aunque acierten por casualidad con el tope, el resultado acaba siendo como el del token PIP de al lado: no se produce un desplome brusco, sino una caída lenta y sostenida. Esta evolución es la más tortuosa, ya que va erosionando poco a poco la tasa de financiación de los bajistas, mientras da tiempo de sobra a los alcistas para escapar.

Ahora en la plaza circula una idea absurda: que el destino de las altcoins es llegar a cero, y que basta con abrir cortos a ciegas para ganar. Esta mentalidad se ha convertido en una especie de ilusión colectiva. ¿Tú crees que los grandes no se dan cuenta? Sus guadañas ya apuntan a la jugosa carne de los bajistas.

¿Por qué es tan fácil liquidar a los bajistas? Porque nunca ponen stop-loss. Están convencidos de que el precio acabará en cero, así que siguen aumentando posiciones, subiendo cada vez más el precio medio de su entrada. ¿Y los alcistas? Nosotros vamos recogiendo beneficios y pensando cuándo asegurar lo ganado; si el precio corrige, vendemos una parte, como si estuviésemos recogiendo dinero del suelo.

Con tokens como LUNC, cuanto mayor es la obsesión de los bajistas, más cómodos viven los alcistas. Así de simple y contundente es la lógica del mercado.