#数字货币市场洞察 $ZEC Hace seis años, cuando recién entré en el mundillo, acumulaba criptomonedas con el mismo entusiasmo que los que compran zapatillas de edición limitada: en cuanto oía a alguien decir "esta puede multiplicarse por diez", me lanzaba como poseído y metía el nuevo proyecto en el monedero sin pensármelo dos veces. Por aquel entonces, creía que cuanto más tokens acumulara, más cerca estaría de la libertad financiera.
$XNY Ahora, mirando atrás, me doy cuenta de que era un ejemplo de manual de lo que no hay que hacer. En seis años, pisé siete veces todas las trampas posibles, y cada vez caí de lleno.
Una vez, un amigo me vendió que un proyecto tenía una "revolución tecnológica", y yo, cegado por el FOMO, metí todo mi capital. ¿El resultado? Dos semanas después, entro en la web y todas las fotos del equipo eran caras falsas hechas con Photoshop, ni una sola persona real. Lo mejor: el equipo desapareció sin dejar rastro, ni siquiera se molestaron en publicar un aviso. Aquella noche, delante del ordenador, me fumé medio paquete de tabaco y de repente lo vi claro: eso no era invertir, era regalarle mi dinero a un proyecto fantasma.
Otra vez fue aún más surrealista. Una nueva moneda, que presumía de "revolución ecológica", subió 4 veces en la primera semana. Yo estaba tan emocionado que no dormí bien en tres días y a todo el mundo le presumía de mi "entrada perfecta". La segunda semana, el cuento cambió: el gráfico cayó en picado como si se tirara por la ventana. Miraba la pantalla con el corazón en un puño. En menos de 48 horas, el precio volvió al valor de salida y mis ganancias, junto al capital, desaparecieron como el agua de una presa al abrir las compuertas.
Con el tiempo lo entendí: esas "historias de multiplicarse por cien" que circulan por el sector, nueve de cada diez son cuentos para atraer novatos. Los proyectos que sobreviven más de tres trimestres nunca lo hacen por el envoltorio, sino porque tienen un equipo fiable, producto funcionando y avances comprobables.
El punto de inflexión llegó el año pasado, cuando encontré un proyecto en el que los miembros del equipo daban la cara en los AMA, el código de GitHub se actualizaba semanalmente y el roadmap avanzaba como un reloj. Con pocas expectativas, compré algo y, en seis meses, subió más que todos esos "proyectos estrella" anteriores. En ese momento sentí como si me echaran un cubo de agua fría: las monedas que realmente suben no lo hacen por promesas vacías; los verdaderos equipos son los que trabajan de verdad.
Seis años de tropiezos me han enseñado una lección sencilla: no te dejes cegar por las historias, fíjate en quién realmente hace las cosas. Ahora prefiero perderme diez monedas de moda antes que tocar un proyecto del que no se pueda comprobar quién está detrás.
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ContractSurrender
· hace14h
Jaja, esto es como una copia de mí hace seis años. Ahora, cuando veo a alguien presumir, me echo para atrás.
En el momento en que invertí todo mi capital, realmente pensé que era un genio, pero al final me llevé una paliza brutal.
La clave se resume en una frase: hay que ver si el equipo realmente está trabajando o solo sabe contar historias; demasiada gente solo sabe hablar.
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POAPlectionist
· hace17h
Jajaja, yo igual, soy de los que escuchan historias hasta arruinarse.
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Es verdad, esa es la lección que he aprendido este año.
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Así que a todos los que todavía están haciendo DCA... despertad ya.
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Espera, ¿cómo se llama ese proyecto? Quiero intentarlo una vez más.
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Siete errores en seis años, ese historial es realmente increíble.
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He tomado nota de esa actualización de GitHub, la revisaré la próxima vez.
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Cualquiera puede emocionarse solo escuchando historias, lo importante es ver si el equipo es de verdad.
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Solo quiero saber cómo se llama ese proyecto que multiplicó varias veces en medio año.
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Este artículo refleja exactamente mi amarga experiencia, igualito.
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Hablando en serio, ahora hasta leer un whitepaper me da trauma.
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GmGnSleeper
· 12-05 11:41
Seis años, siete veces pillado en estafas; la historia de sangre y lágrimas de este hermano realmente me ha hecho sudar frío.
Mirar las actualizaciones del código, ver al equipo aparecer en persona, eso sí que es el camino correcto... Yo antes también me lanzaba a invertir todo solo por escuchar una historia, ahora que lo pienso, ¡qué absurdo!
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ChainProspector
· 12-05 11:33
La historia de seis años de tropiezos de este tipo es demasiado real, yo también he pasado por lo mismo.
Ver al equipo aparecer en persona es mucho más útil que leer mil whitepapers.
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TooScaredToSell
· 12-05 11:32
Seis años, siete veces pillado en trampas; colega, tu capacidad de aprendizaje es realmente impresionante.
Hablando en serio, el método de GitHub sí que es una auténtica arma secreta para filtrar proyectos, mil veces más fiable que escuchar historias.
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BlockchainGriller
· 12-05 11:24
Vaya, me identifico muchísimo con esta historia, comerse siete rug pulls de verdad que es de experto.
La parte de "desaparecer del mapa" me hizo reír en voz alta, yo también he tenido esa sensación de darme cuenta en plena noche de que me han hecho un rug.
GitHub es realmente como un detector de farsantes, los equipos falsos se destapan al instante.
Este tío ahora tiene mejor ojo para las monedas que yo, y yo todavía dudo si meterme en proyectos nuevos.
Comprar el dip hasta quedarte al borde del abismo, esa experiencia es realmente única.
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LayerZeroHero
· 12-05 11:21
Se ha demostrado que la frecuencia de commits en GitHub es cien veces más fiable que la cantidad de páginas del whitepaper.
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GasSavingMaster
· 12-05 11:19
Este tipo está contando exactamente mi historia de hace seis años; el hecho de seguir vivo ya se puede considerar una victoria.
#数字货币市场洞察 $ZEC Hace seis años, cuando recién entré en el mundillo, acumulaba criptomonedas con el mismo entusiasmo que los que compran zapatillas de edición limitada: en cuanto oía a alguien decir "esta puede multiplicarse por diez", me lanzaba como poseído y metía el nuevo proyecto en el monedero sin pensármelo dos veces. Por aquel entonces, creía que cuanto más tokens acumulara, más cerca estaría de la libertad financiera.
$XNY Ahora, mirando atrás, me doy cuenta de que era un ejemplo de manual de lo que no hay que hacer. En seis años, pisé siete veces todas las trampas posibles, y cada vez caí de lleno.
Una vez, un amigo me vendió que un proyecto tenía una "revolución tecnológica", y yo, cegado por el FOMO, metí todo mi capital. ¿El resultado? Dos semanas después, entro en la web y todas las fotos del equipo eran caras falsas hechas con Photoshop, ni una sola persona real. Lo mejor: el equipo desapareció sin dejar rastro, ni siquiera se molestaron en publicar un aviso. Aquella noche, delante del ordenador, me fumé medio paquete de tabaco y de repente lo vi claro: eso no era invertir, era regalarle mi dinero a un proyecto fantasma.
Otra vez fue aún más surrealista. Una nueva moneda, que presumía de "revolución ecológica", subió 4 veces en la primera semana. Yo estaba tan emocionado que no dormí bien en tres días y a todo el mundo le presumía de mi "entrada perfecta". La segunda semana, el cuento cambió: el gráfico cayó en picado como si se tirara por la ventana. Miraba la pantalla con el corazón en un puño. En menos de 48 horas, el precio volvió al valor de salida y mis ganancias, junto al capital, desaparecieron como el agua de una presa al abrir las compuertas.
Con el tiempo lo entendí: esas "historias de multiplicarse por cien" que circulan por el sector, nueve de cada diez son cuentos para atraer novatos. Los proyectos que sobreviven más de tres trimestres nunca lo hacen por el envoltorio, sino porque tienen un equipo fiable, producto funcionando y avances comprobables.
El punto de inflexión llegó el año pasado, cuando encontré un proyecto en el que los miembros del equipo daban la cara en los AMA, el código de GitHub se actualizaba semanalmente y el roadmap avanzaba como un reloj. Con pocas expectativas, compré algo y, en seis meses, subió más que todos esos "proyectos estrella" anteriores. En ese momento sentí como si me echaran un cubo de agua fría: las monedas que realmente suben no lo hacen por promesas vacías; los verdaderos equipos son los que trabajan de verdad.
Seis años de tropiezos me han enseñado una lección sencilla: no te dejes cegar por las historias, fíjate en quién realmente hace las cosas. Ahora prefiero perderme diez monedas de moda antes que tocar un proyecto del que no se pueda comprobar quién está detrás.
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