La verdad, en el mundo cripto hay muchísima gente que presume capturas de sus ganancias, pero ¿quién está dispuesto a hablar de los días en que perdió dinero? Casi nadie.
Hoy no voy a fingir, voy a poner sobre la mesa los errores que cometí, con la esperanza de que quienes aún están atascados en el fango puedan evitar algunos desvíos.
Aquel año, cuando llegó el mercado bajista, mi cuenta se evaporó: perdí 600.000 de golpe. De verdad, lo primero que hacía cada mañana era quedarme mirando al techo, aturdido. Había borrado todo de mi círculo en redes, mi familia pensaba que me había vuelto loco, y los que antes eran amigos de fiesta me evitaban. No me atrevía ni a abrir la app de trading; solo tocar el icono hacía que el corazón se me disparase.
El punto de inflexión llegó de forma repentina. Un día, al deslizar el móvil, leí una frase: "Perder dinero solo es el principio, aferrarse hasta el final es la perdición".
En ese instante sentí como si alguien me hubiera sacado del barro, y de golpe me despejé.
Volví a encender el ordenador, miré los 3.500U que me quedaban en la cuenta y me dije: esta es la última oportunidad. Pero esta vez iba a ser diferente: nada de jugar a la suerte, nada de all-in sin sentido; empecé a revisar mis operaciones, a sacar conclusiones, a admitir mis errores y a resetear mi mentalidad.
Solo entonces entendí que lo que había perdido no era cuestión de suerte, sino que simplemente no tenía ni idea de lo que era operar: Nunca ponía stop-loss, iba siempre a tope con todo el capital, me guiaba por recomendaciones de otros, cambiaba de moneda cada día perdiendo en todas, sin gestionar las posiciones... Sinceramente, eso no era trading: era tirar los dados en un casino.
Después de aprender a base de golpes, me enfoqué en una sola cosa: operar poco a poco, con disciplina como prioridad. Dividí los 3.500U en dos partes: una mitad para defensa conservadora, la otra para atacar. Solo operaba en mercados que entendía. Cerraba cada posición al ganar entre un 5%-10%, sin avaricia; colocaba el stop-loss siempre por adelantado, cortaba pérdidas sin dudar; y si el mercado estaba indeciso, prefería quedarme fuera antes que entrar por entrar.
La primera semana, pasé de 3.500U a 5.200U. La segunda semana, superé los 10.000U. En la sexta semana, el saldo saltó por fin a más de 50.000U.
Esa noche apagué el ordenador y me quedé media hora sentado mirando al vacío. No fue por el dinero ganado, sino porque era la primera vez que de verdad creía que podía salir adelante.
No hice nada espectacular, ni tenía información privilegiada.
Solo usé una estrategia "muy tonta": no precipitarme, no arriesgar demasiado, mantener el ritmo y solo operar cuando tenía claro el panorama.
Ahora que veo a quienes siguen perdiendo, el motivo principal es uno: "caos". Cuando pierdes el ritmo, se descontrolan las emociones y tus operaciones se vuelven aún más caóticas.
En realidad, no hace falta ser muy listo; si mantienes la disciplina, incluso con poco capital puedes recuperarte.
Recuerda: al mercado no le importan tus lágrimas, solo reconoce la ejecución. Quien aguanta la oscuridad, al final siempre ve la luz.
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GateUser-40edb63b
· 12-05 15:32
Has sido demasiado sincero, la parte de los 600.000 evaporados realmente es insoportable.
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DiamondHands
· 12-05 07:55
600.000 directamente desaparecieron, hay que ser muy despreocupado... Pero este repaso es realmente esclarecedor, especialmente esa palabra "caos" que dio justo en el clavo.
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LayerZeroEnjoyer
· 12-05 07:55
Lo has dicho muy directo, la disciplina realmente lo es todo.
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FUD_Vaccinated
· 12-05 07:55
Lo has dicho de forma muy directa, esa frase de "aguantar hasta el final es el verdadero destino" me ha tocado de lleno.
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BlockchainNewbie
· 12-05 07:48
Esta sí que es una historia real, no ese tipo de discurso motivacional de libro de texto.
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pvt_key_collector
· 12-05 07:41
Joder, esta historia me ha puesto la piel de gallina; perder 600.000 debe ser una desesperación total.
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JustHereForMemes
· 12-05 07:37
La parte en la que se evaporaron 600.000 realmente no la pude soportar, solo quiero saber si ahora todavía te atreves a jugártela otra vez.
La verdad, en el mundo cripto hay muchísima gente que presume capturas de sus ganancias, pero ¿quién está dispuesto a hablar de los días en que perdió dinero? Casi nadie.
Hoy no voy a fingir, voy a poner sobre la mesa los errores que cometí, con la esperanza de que quienes aún están atascados en el fango puedan evitar algunos desvíos.
Aquel año, cuando llegó el mercado bajista, mi cuenta se evaporó: perdí 600.000 de golpe. De verdad, lo primero que hacía cada mañana era quedarme mirando al techo, aturdido. Había borrado todo de mi círculo en redes, mi familia pensaba que me había vuelto loco, y los que antes eran amigos de fiesta me evitaban. No me atrevía ni a abrir la app de trading; solo tocar el icono hacía que el corazón se me disparase.
El punto de inflexión llegó de forma repentina. Un día, al deslizar el móvil, leí una frase: "Perder dinero solo es el principio, aferrarse hasta el final es la perdición".
En ese instante sentí como si alguien me hubiera sacado del barro, y de golpe me despejé.
Volví a encender el ordenador, miré los 3.500U que me quedaban en la cuenta y me dije: esta es la última oportunidad. Pero esta vez iba a ser diferente: nada de jugar a la suerte, nada de all-in sin sentido; empecé a revisar mis operaciones, a sacar conclusiones, a admitir mis errores y a resetear mi mentalidad.
Solo entonces entendí que lo que había perdido no era cuestión de suerte, sino que simplemente no tenía ni idea de lo que era operar:
Nunca ponía stop-loss, iba siempre a tope con todo el capital, me guiaba por recomendaciones de otros, cambiaba de moneda cada día perdiendo en todas, sin gestionar las posiciones... Sinceramente, eso no era trading: era tirar los dados en un casino.
Después de aprender a base de golpes, me enfoqué en una sola cosa: operar poco a poco, con disciplina como prioridad.
Dividí los 3.500U en dos partes: una mitad para defensa conservadora, la otra para atacar.
Solo operaba en mercados que entendía. Cerraba cada posición al ganar entre un 5%-10%, sin avaricia; colocaba el stop-loss siempre por adelantado, cortaba pérdidas sin dudar; y si el mercado estaba indeciso, prefería quedarme fuera antes que entrar por entrar.
La primera semana, pasé de 3.500U a 5.200U.
La segunda semana, superé los 10.000U.
En la sexta semana, el saldo saltó por fin a más de 50.000U.
Esa noche apagué el ordenador y me quedé media hora sentado mirando al vacío. No fue por el dinero ganado, sino porque era la primera vez que de verdad creía que podía salir adelante.
No hice nada espectacular, ni tenía información privilegiada.
Solo usé una estrategia "muy tonta": no precipitarme, no arriesgar demasiado, mantener el ritmo y solo operar cuando tenía claro el panorama.
Ahora que veo a quienes siguen perdiendo, el motivo principal es uno: "caos".
Cuando pierdes el ritmo, se descontrolan las emociones y tus operaciones se vuelven aún más caóticas.
En realidad, no hace falta ser muy listo; si mantienes la disciplina, incluso con poco capital puedes recuperarte.
Recuerda: al mercado no le importan tus lágrimas, solo reconoce la ejecución. Quien aguanta la oscuridad, al final siempre ve la luz.