Los 80.000 euros ahorrados en dos años eran originalmente para la entrada del piso donde viviríamos tras casarnos. Pero entonces el mercado de activos digitales empezó a dispararse, me dejé llevar por la emoción y lo invertí todo.

Ahora que lo pienso, eso ni siquiera puede llamarse inversión. Fue ese impulso típico de la juventud, apostando con un dinero que no debía tocar. En el mejor momento, justo estaba de vacaciones en Phuket, tumbado en una hamaca revisando el móvil, y el saldo de mi cuenta saltó directamente a 2.300.000. Por aquel entonces me sentía en las nubes; cuando hablaba con mi familia les decía: "El año que viene nos mudamos a una casa más grande, mamá, tú ya no tienes que trabajar".

El mercado bajista llegó de repente.

En menos de dos semanas, la cifra bajó a 220.000. Lo recuerdo perfectamente: estaba agachado en la terraza del hotel haciendo cuentas, y hasta para comprar una Coca-Cola fría me lo pensaba mil veces. Afuera, las olas del mar venían una tras otra, y ese sonido me ponía más nervioso aún, incluso más que la cifra que había perdido en la cuenta.

En estos diez años, he pasado noches liquidando todo, y también he caído en trampas de supuestos "mentores". De no tener ni idea de nada, fui aprendiendo poco a poco hasta llegar aquí. Hoy no voy a hablar de teorías, sino a compartir algunas lecciones que he aprendido a base de dinero real. Si eres principiante y sigues estos consejos, por lo menos evitarás la mayoría de los errores.

**Primera regla: No toques proyectos que no entiendas**

En la época más fuerte de los NFT, cada día alguien en el grupo compartía capturas de sus ganancias. Sinceramente, ni siquiera había terminado de leer el whitepaper del proyecto y ya me había lanzado. En tres días, perdí 250.000.

Después comprendí algo: lo más justo de este mercado es que tus beneficios siempre están a la altura de tu conocimiento. Si ni siquiera entiendes cómo gana dinero el proyecto o cuál es su lógica de base, ¿por qué piensas que vas a ganar?

Ahora tengo una norma inquebrantable—